Hoy me miro en el espejo
y desconozco ese reflejo
que me devuelve.
Sólo el rojo de mis labios
permanece desde entonces,
pues pinté con mucho espero
una sonrisa indeleble,
y esa mirada transparente
que se asoma tras los cristales.
Son la legítima,
del resto, ya nada queda,
lo malgasté en la batalla.
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