Hoy las niñas de tus ojos,
danzan al ritmo alegre
de mi algazara festiva,
la que impregna la atmósfera,
susurrando un retozo cierto.
Tu corazón atrapa
esas hondas recónditas,
y tamborilea, tantarantán,
calentando el caldo,
cuyo aroma excitante
despierta una brisa húmeda
del jardín tropical,
y el convexo se yergue
y mi cóncavo lo anhela
buscando la simetría.
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