domingo, 9 de marzo de 2014

MARÍA LUISA








¡Tan hermanas, tan distintas!
Una madre cantarina
arrulló nuestra alegría,
y las campanas celosas,
con su son sonoro,
repicaban ruidosas,
solapando nuestras risas.
Mientras, Caruso se escondía
debajo del ala, y la luna
aliada ahuyentaba
nuestro miedo, que habitaba
debajo del colchón de lana,
acechando un sueño limpio,
tú en tu hueco y yo en el mío.
Me presentastes el mundo
a través de tú mirada,
y tus frágiles manos
se creyeron protectoras.
Y vivimos nuestras vidas,
parecidas, aunque
a mi, todo me hiere
y a ti todo te da alegría.
De tanto roce, la vida
me hizo herida,
corté la soga que dolía,
inventé un universo ajeno,
evitando los colores,
me escondí en mi estancia preferida.
¡Tan hermanas, tan distintas!
Pero hoy, aunque los goznes chirríen,
he abierto mi frontera,
sólo por tú linde,
tú estabas esperando este día,
y sonríes, y me abrazas,
y te arrancas tus lindos ojos,
presentándome tu perspectiva,
y decoras un universo amigo,
que me abrigue, que me ame,
y yo me lo creo, pues
tus palabras son el bálsamo
que alivian viejas heridas,
y tu risa es el torrente
que arrastra esta pena absurda
y me limpia, y me abriga.
Y a la mitad de mis días,
¡siempre pensando en mí!,
olvidando que parte de mi alegría
eras tú quien la ponía.

¡Tan hermanas, tan distintas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario