Tu nombre, de pronto aparece,
toda una vida sin oírlo,
sin, ni siquiera, intuirlo.
Tú, esperando entre bambalinas,
ajeno al momento que llega,
y sin más, surges.
Llegaste a mi
una tarde gris, de aquellas
que solían decorar
mi estancia,
recuerdo que llovía,
tu atención turbó
mi tranquilidad, una emoción
diferente asomó,
dos palabras vagas,
no hizo falta más,
nuestras miradas hablaron
todo, ambos sentimos
tambalear nuestros cimientos.
Fue el principio, consentimos.
Ya no he vuelto a transitar
el Averno amigo.
Tu sonrisa profunda
es la ventana abierta
que oxigena la sala,
tu conversación amena,
deleita mi savia
que yo creía vieja.
He vuelto a cuidar
mi cuero añejo, tan dejado,
he vuelto a oler
el perfume de la vida,
he vuelto a sentirla
como mi amiga.
Escuchamos el reloj, tic-tac,
su sonido cómplice
nos empuja,
nos urge a avanzar.
Tú, me respetas.
Mil detalles me entregan
a ti, mil momentos propicios
disponen el lugar adecuado,
para salta al abismo
juntos, para romper
el pasado plomizo,
para afrontar
el futuro fresco.
Y mi mente piensa,
y mi cuerpo siente,
una lucha desmedida
que se libra cada día,
y yo sé que tú, esperas,
sin prisas, porque sabes
que no voy a tardar.
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