Mujer
dominatriz,
con
tus botas hasta arriba,
con tu
falda y tu corpiño,
entallado,
constreñido,
con el
rímel en tus ojos
indolentes.
Desde
el otro lado,
en tú realidad,
lanzas flechas,
que se
clavan
por el
huequito roto,
de una
protección mal alzada.
Y disfrutas
vulnerando,
dejando
tras de ti
ese rastro
de cadáveres
que
definen tu amargura.
Situada
en la torre,
rodeada
de bufones
que
declaman eufonías
interesadas,
palabras
que te
acarician por delante
y te
apuñalan por detrás.
Debes odiarme,
me preguntas,
sin esperar
la respuesta,
y yo
sonrío. No,
yo no
vivo en las almenas
yo soy
vulgo.
En la
llanura, la sonrisa
amorosa
de miradas
calentitas,
amortiguan
mis
heridas.
En la
llanura, la mirada
transparente
del amigo
sincero,
es alivio
de esa
espera que tú alargas.
Yo no
anhelo ese mundo
que me
muestras,
de alimañas
carroñeras,
en el
mundo que yo sueño
hay
ayuda, hay amor,
hay
sonrisas, hay pasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario