Así tenía que
ser.
Llegaste a mi.
Te escuché, me
enamoré.
Imagino tus
manos, tonificadas por el ejercicio,
acariciando mi
cuerpo,
las mismas que extraen
las notas
que me arrebatan
en tu ensoñación,
esas que me
acarician avivando recuerdos vislumbrados,
las agitas
estimulando a los músicos
para que
interpreten tu magia.
Tu mirada
orgásmica que delata la genialidad de tu mente,
cautiva la
ilusión de estar entre tus brazos,
de deshacerme
contigo en mi imaginación.
Tu sonrisa
cómplice junto con tus exclamaciones
provocan mi
libídine
El sonido de tu
música
lisonjea mis
sentidos, incitándome a la pasión,
activa mi creatividad
de una manera única, y especial.
convergemos en
un lazo espiritual.
Llegamos juntos al
arrobamiento.
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